Hace unos meses tuve la oportunidad de asistir a una conferencia tremendamente inspiradora. El ponente era Fernando Parrado, y el tema fue acerca de la terrible experiencia que tuvo que pasar en los Andes cuando el avión en el que iba su equipo de rugby y numerosos familiares y amigos, entre ellos su madre y su hermana chocó estrellandose contra las montañas nevadas de los andes en pleno invierno. Muchas de las personas del público terminaron llorando conmovidas por la auténtica lección de superación y por los valores principales que hay detrás de aquella experiencia,cuando además todas las probabilidades jugaban en su contra.
A continuación algunos extractos de su charla:
» Tras haber estado 72 días aislados de todo, el mundo se entera que 16 son los supervivientes que vencieron a la muerte en la cordillera de los Andes…
…Mi vida familiar se destruyó cuando mi madre y mi hermana murieron en el accidente. Cuando regresé a casa me percaté de que habían regalado mi ropa, mi cuarto ahora lo ocupaba mi hermana mayor, mis posters y fotos las habían quitado de la pared y habían vendido mi moto..
..Hay algunas cosas sobre las que he reflexionado profundamente a lo largo de los años, mi forma de pensar ha sido influenciada definitivamente por la experiencia de los Andes. Estoy seguro de que lo mismo ocurre con los otros supervivientes. Estas son Familia, Confianza y Amistad. A lo largo de los 72 días que pasamos en la montaña, no había absolutamente nada a lo que nos podíamos aferrar. Todo había perdido su significado. No había futuro..no había esperanza. Los estudios, el trabajo, las cosas materiales: nada tenía valor alguno. Pero omnipresente en todos estaba la necesidad de afecto familiar. Nuestro deseo de sentirnos seguros en una familia, fue lo único que nos mantuvo en pie»….
…»Otra de las cosas que se vio influenciada por mi experiencia en los andes fue mi confianza personal. He podido tomar decisiones de una manera relativamente fácil en muchos aspectos de la vida y del trabajo, debido a algo que ocurrió en las montañas. Cuando me encontraba en la cima de un pico de 18.000 pies de altura con Roberto Canessa, observando el vasto escenario de picos nevados que nos rodeaba, sabíamos que ibamos a morir. No había absolutamente ninguna forma de salida. Entonces decidimos como moriríamos : caminaríamos hacia el sol, al oeste. Era mejor que congelarnos en la cima. Esta decisión nos llevó escasamente 30 segundos. Otras decisiones que he tomado más tarde en la vida no parecen más difíciles que decidir sobre mi propia muerte»…
He logrado una confianza en mi mismo, una tranquilidad silenciosa que me ha dado una mejor percepción del mundo que me rodea. Tomar decisiones se me hizo más fácil debido a que yo sabía que lo peor que me podría suceder era estar equivocado. Comparado con lo que había experimentado era nada. Finalmente estaba el valor de la amistad, de nuestros sentimientos de afecto y amor. Fue profundamente conmovedor ver a muchachos ayudando a sus amigos en una forma que jamás se habran podido imaginar, incluso arriesgando y dando sus vidas por el prójimo. La amistad fue un factor determinante en nuestras posibilidades de sobrevivir y, despues de que lograsemos salvarnos , hicimos de nuestra amistad una parte importante de nuestras vida..»
» En ocasiones me pregunto por qué las personas necesitan experimentar situaciones extremas para comprender los valores de la vida. Estos valores son tan claros y están tan cerca de nosotros, y aún así los atropellamos en busca de cosas supuestamente «importantes». El calor de mis hijas cuando las acuesto cada noche, o la presencia callada de mi esposa, Veronique, cerca de mí, momentos que no se repetirán, esos son los valores importantes y duraderos».
» Es mejor decidir y equivocarse, que no decidir. Siempre hay tiempo para volver atrás».